Pues ya está, se acabó la espera: dentro de unas horas vuelven los niños al cole, y los maestros a dar clase... que es lo que más nos gusta.
Atrás queda una semana que ha sido especial para mí este curso: Después de once cursos implicadísimo en el proyecto del Pradera de la Aguilera (en Villamuriel de Cerrato, Palencia), los últimos cuatro como director, este año cambio de centro, de provincia y de rol docente, y empiezo (como muchos ya sabéis) proyecto nuevo en el CEIP Kantic@ Arroyo (en Arroyo de la Encomienda, Valladolid).
Aunque he echado mucho de menos a mucha gente y se me ha hecho extraño moverme en un espacio nuevo (tan acostumbrado como estaba a mi hábitat anterior), la acogida que me han regalado mis nuevos compañeros me ha hecho el "aterrizaje" mucho más suave. Se merecen un aplauso como ese tan espontáneo y bonito que se les da a los pilotos de los aviones al tomar tierra.
Mis nuevos merlucillos ya se habrán ido a la cama (eso espero). Nerviosos, seguro. Yo también lo estoy. El primer día de cole siempre es especial. Para todos, para los niños, para los profes y para las familias. Solo hace falta observar las caras de los niños al llegar al cole, al esperar para entrar, al encontrarse con sus amigos, al sentarse en su sitio...
"Tenemos profe nuevo...", "me han dicho que es chico...", "a ver si no manda muchos deberes...", "¿será majo?...", "¿cómo nos sentaremos en clase?..." Todo son dudas antes de acostarse. Mañana despejaremos muchas.
Llevo los últimos siete años diciendo en casa "cuando sea tutor..." He leído, visto y aprendido tantas cosas buenas estos años, que las quiero aplicar todas en clase. Pero soy consciente de que ese sería mi mayor error. Decía en Twitter el sábado: "Tengo 1000ideas... la más importante: no agobiarles con 1000cosas..."
Me preocupa que la sociedad de las prisas, la urgencia, el agobio, el estrés... la estemos trasladando a la escuela, y con ello alargando y ampliando sus efectos sobre la sociedad futura...
¡Me niego! Haremos algunas de esas "cosas chulas" que he aprendido estos años, pero solo unas pocas, las que sean más interesantes para mis merlucillos. Y esto no lo puedo saber hasta que les conozca un poco. Y precisamente a eso vamos a dedicar los primeros días, a conocernos. Ese tiene necesariamente que ser el punto de partida y a partir de ahí prepararemos el resto.
Me sorprende la facilidad con la que algunos profes programan y eligen un montón de herramientas, metodologías, estrategias e instrumentos de evaluación antes de conocer a sus alumnos. Yo no soy capaz.
Así que mañana nos conoceremos un poquito mejor y decidiremos cuáles van a ser las normas que van a guiar nuestra convivencia este curso. ¡Y nada más!
Sin prisa, sin agobios, disfrutando del proceso. Porque un niño feliz aprende muchísimo más que uno que no lo es.
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